domingo, 4 de octubre de 2009

Podredumbre introspectiva

“Una actitud perniciosa
Es aquella que aspira,
Inútilmente,
A la cordura.”


Recuerdos...

Único referente de la realidad, interpretación de datos subjetivos, almacenados precariamente...

Recuerdos, jamás vividos, sueños realizados, y pesadillas jamás nombradas, todo eso flota en mi liquido encefálico, creando un torbellino sin fin que penetra en lo mas hondo de mi masa cerebral...

Confusión... ¿que ocurrió ahora? No lo se, yo no se que ocurrió, nadie sabe que me ocurrió llegados a este punto, ni Dios lo sabe, ni siquiera el escritor...

-Yo lo se todo...
-Quizás eso te crees...
-Es mi libro, es mi mundo, mi realidad, yo soy Dios, omnisciente, omnipotente y omnipresente...
-Así fue en un principio, quisiste hacer algo que te quedaba grande, Dídac... como siempre... quisiste crear todo un universo, burlando las leyes de la lógica y la coherencia, rompiendo con todo orden, incluso con todo caos, creyéndote superior a todo eso, creíste que lo podrías controlar... ¿me equivoco?
-Y así es, yo lo puedo dominar como quiera, yo te creé y si quiero te puedo destruir...
-¿Estas seguro? Yo creo que se te ha ido de las manos, y has pasado a ser una parte mas del libro, de este gran universo, bucle, que has creado, es él el que te lleva a ti, tu ya no sabes ni que haces, eres simplemente la mano de obra de toda una dimensión...
-Nada de todo esto existiría sin mí... y lo sabes
-Cierto, pero tu ya tampoco existirías sin nada de todo esto, todo esto ya estaba en tu cabeza antes de ser un libro, una conciencia superior que te domina, por decirlo de alguna forma... no eres mas que un instrumento, querido escritor...
-¡Cállate! Maldito...
-Este atrapado en tu propia historia, en tu propia locura, ya jamás volverás a ser el mismo...

Desperté, estaba en el sofá de mi piso antiguo, ¿que había ocurrido? Jamás lo se... solo se que necesito ir al baño, me enciendo un cigarro y voy hacia allí...

Levanto la tapa del WC, un par de moscas pesadas y un moscardón revolotean a mí alrededor, se dedican a posarse en mi frente, eso me pone de los nervios, pero prima mi vejiga...

Al terminar con mi acción, me dirijo, como es ya costumbre mía, a mirarme en el espejo... y ¡Hay! Ojala nunca hubiera visto eso,,, apenas podía llegar a ver mi reflejo en el espejo de medio metro, el agobio se apodera de mi... y todo por su culpa...

Moscas...

Al principio unas pocas, molestas y desquiciantes, pero cuando me quiero dar cuenta, esta todo el espejo cubierto de ellas, levanto la vista al techo, y descubro, horrorizado, miles de ellas amontonadas en el techo, algunas caen unos centímetros, y pronto empiezan a volar hacia un sitio mas vacío en el que posarse...

Nauseas y escalofríos recorren mi cuerpo, asco, mucho asco, me da la escena que están presenciando mis ojos, retrocedo lentamente hacia la puerta, todo cuanto veo esta recubierto por infinidad de alas semitransparentes, el espejo, las paredes, la cortina de la ducha, el suelo, las toallas, multitud de insectos negros, de tamaños variados, algunos pequeños y negros, otros mas grandes y con un brillo verduzco, se aglutinan unos sobre otros dentro de la bañera, no aguanto mas ese espectáculo, de repente uno de esos asquerosos insectos choca contra mi, salto histérico, jamás había podido sentir tanto asco como ahora...

Salgo del cuarto de baño con sigilo, no tengo ganas de que se asusten y empiecen a volar todas a la vez, una vez fuera cierro la puerta rápidamente...
Ya esta... ahí se quedan, ya miraré más tarde una forma de acabar con ellas, ahora me voy a fumar un porro...

Lo comienzo a liar, mientras, no puedo parar de darle vueltas al asunto de las moscas... ¿que harán ahí? ¿cual es su objetivo? jamás había visto tantas juntas, ni cuando murió mi perro... y... ahora que lo pienso ¿de donde han salido? En el baño no hay ventanas... y que yo recuerde tanto la de mi cuarto como la de la cocina están cerradas... que extraño...

El hachís hace efecto, me quedo mirando la nada durante un rato, hasta que el hambre me hace despertar de la ensoñación, así que me dirijo a la cocina, enciendo la luz, maldito fluorescente, siempre tarda un poco en encenderse, se pasa media hora parpadeando, pero últimamente me da la sensación de que tarda mas, o es que soy mas impaciente. Cuando al fin se enciende, el horror vuelve a mi, centenares de moscas me miran, posadas en la cubierta plástica del fluorescente, otras tantas en la pared, muchas de ellas flotan muertas en el aceite usado de una sartén, y muchas mas se amontonan en un plato con las sobras de anoche, es el espectáculo mas horrible que jamás pudiera imaginar, miles de millones de patas frotándose a la vez, centenares de zumbidos simultáneos, el desagradable sonido de tan estupidos insectos abrasándose con la luz una y otra vez, escalofríos continuos a cada contacto con alguna de estas torpes criaturas, pero mi fumada es mayor que mi asco, necesito comer algo urgentemente, así que estirando el brazo desde la entrada de la cocina intento abrir la nevera, por suerte, me detengo a escasos centímetros... la nevera era blanca, creo recordar, pero ahora es negra, también ha sido reivindicada por las intrusas voladoras, una fuerte arcada sacude mi garganta, salgo aprisa de la cocina y cierro esa puerta también... ¿de donde saldrán tantas? Necesito un plan...

Ya lo tengo, voy a tener que ir a comprar... así que voy a mi cuarto a por la cartera, y al entrar me encuentro con la gota que colma el vaso, mi habitación también ha sido invadida por los heraldos de la muerte, centenares de moscas cubren la ventana, golpeándose una y otra vez contra el cristal, incapaces de comprender esa invisible barrera que las separa del exterior...
Entro con sigilo, cojo mi cartera, y cierro esa puerta también, que horror, tan solo el salón esta libre de esa inesperada plaga, al mas puro estilo de Yahvé...

Salgo a la calle, voy a comprar, necesitaré cuatro botes de insecticida, un mechero, mi mascara anti-gas y un bote de nocilla...

Primero me como medio bote de nocilla, con los dedos, en el portal, luego subo al piso, entro al salón, y me visto con una chaqueta que había por ahí de cuello alto, los pantalones largos, y la mascara anti-gas, cojo uno de los aerosoles con una mano, y en la otra el mechero, me enciendo un cigarro y entro en la zona infectada...

Comienzo por mi cuarto, zona menos afectada, y también es la zona de mayor extensión, tengo mas espacio, aquí me limito a vaciar medio bote hacia el techo, pronto los vapores tóxicos les llegan a esos repugnantes hijos de Dios y asustados, vienen todos hacia mi, rápidamente me giro, salgo del cuarto y cierro la puerta, comienzo a oír golpes, se están golpeando contra la puerta... tienen mas fuerza de la que pensé.

Ahora la cocina, algo se posa en mi mano, ¡es una de ellas! Despavorido comienzo a echar insecticida por todo el pasillo, el aire es blanquecino, he vaciado lo que quedaba en el bote, así que voy al salón a por otro bote antes de ir a por la cocina, esta vez cojo los tres restantes, uno en la mano y los otros dos en el cinturón atados, por si hay otra emergencia, me relajo, hago la ultima calada a mi cigarrillo, lo apago en la mesa y voy a por ellas.
Me coloco bien la mascara, y cruzo la puerta de la cocina, de repente tengo la sensación de que todas han parado su actividad, todas se giran hacia mí, la tensión se palpa en el ambiente, ha cesado todo zumbido, solo se oye el golpeteo de los moscardones de mis aposentos.
Tras unos largos segundos de tensión, trago saliva, levanto mi mano derecha, y pulso el difusor del spray, apuntando hacia la luz, pronto empiezan todas a volar, manteniéndolo pulsado, comienzo a agitar el brazo, también despegan las de las paredes y la nevera, vuelan sin rumbo determinado por la cocina, millares de alas zumbando a la vez a mi alrededor, me entra el pánico, y lo huelen, forman un enjambre y se dirigen hacia mi... comienzo a sudar, suelto el difusor, extiendo mi mano izquierda y enciendo el mechero, la llama justo enfrente del difusor, dejo que se acerquen un poco mas a mí, y cuando están a poco menos de un metro de mi cara, cierro los ojos, y sin apagar el mechero pulso el difusor del insecticida, una gran bola de fuego choca contra la gran mole de moscas, el sonido de la llamarada, precedido del chisperreteo de miles de cuerpos quemándose, veo como pequeñas bolitas de fuego caen al suelo, como una lluvia de estrellas asquerosamente bella, el enjambre se dispersa y comienzan a volar por la estancia, histéricas, huyendo de un enemigo que no comprenden, apago el mechero y termino de vaciar el aerosol apuntando al techo, salgo rápidamente y cierro la puerta... dentro de un rato estarán todas muertas...

Me siento en el suelo del pasillo, apoyado en la puerta cerrada de la cocina, me quito la mascara, necesito una pausa, un fuerte olor a insecticida reina en mi piso, me enciendo un cigarro, el olor a humo apenas se nota... me quedo mirando la puerta del baño, la última puerta, la batalla final y decisiva, por la cantidad de moscas, supongo que ese fue su origen... pero el porque seguía siendo un misterio... ¿tenia algún cadáver? Si mal no recuerdo, no, no debería tener ningún cadáver en casa... pero en fin, apuro un par de caladas mas, antes de tirar el cigarro al suelo y apagarlo con la punta del pie, me vuelvo a colocar la mascara, trago saliva, y sin pensarlo más, abro la última puerta...

Sabia lo que había ahí dentro, pero pese a eso, debo admitir que me sorprendo al ver tantísimas moscas juntas, no consigo ver mas allá de medio metro delante mío, miles de millares de cuerpecitos negros me ocultan el otro lado de la habitación, ya cubren todo la superficie del baño, y las que no caben van volando de un lado a otro por todo, a cada paso que doy, infinidad de crujidos suenan bajo mis pies, y las arcadas se repiten en mi garganta, trago saliva para contener el vomito, no es buena idea devolver con una mascara antigas, y menos todavía quitársela, ya que esas despreciables criaturas comenzaban a cubrirme, algunas andan por encima de mi mascara, las puedo ver a escasos centímetros de mis ojos, paseándose por los cristales de la mascara... cojo un insecticida con cada mano, y apunto cada uno hacia una esquina distinta del techo, pulso el difusor mientras giro sobre mi mismo, de repente todas esas moscas comienzan a volar, infinitas patas de bello negro despegándose del suelo, incontables pares de alas batiéndose y zumbando en el aire, todos esos ojos rojos mirándome, y viniendo hacia mi, sin dejar de oprimir uno de los botes, guardo el otro y saco el mechero, el aire estaba cargado de gas inflamable, soy consciente del peligro, pero las moscas me están cubriendo y muchísimas mas vienen hacia mí, así que no tengo opción, enciendo el mechero y dirijo el chorro de gas hacia el, pronto una enorme llamarada recorre todo el techo y la parte superior de las paredes, muchísimas caen al suelo, muertas o moribundas, pero quedan muchas otras, nunca se acaban, apunto la llamarada hacia el mango de la ducha, huyen todas, abro el agua a máxima presión, las que pase por ahí y las que están en la bañera morirán ahogadas.

Sigo dando vueltas sobre mi mismo con la llamarada, se van disipando y huyendo de mi, y puedo ver de donde vienen, un torrente, si, literalmente un torrente, de ellas, sale del conducto de ventilación, situado encima del inodoro, dirijo la llamara hacia allí, el conducto tiene aire, y rápidamente la llamarada se extiende por él, haciendo el efecto túnel, con un fuerte sonido flamígero, de repente, la rejilla del conducto comienza a vomitar una riada de cadáveres negros, de ojos rojos y alas semitransparentes, medio quemados, como si de una fuente de putrefacción se tratara, apago el mechero, y termino de vaciar el bote en la estancia de escaso diez metros cuadrados, salgo a fuera rápidamente y después de cerrar la puerta, me quito la mascara y la chaqueta... luego ya volveré a rematarlas y a tapar el conducto...

Ya había terminado la pesadilla, luego tocaba dar un repaso mas con lo que quedaba de insecticida, pues todavía podía oír el zumbido agonizante de las victimas moribundas que estarían en el suelo dando vueltas sobre si mismas, luchando contra la inevitable muerte...

Aliviado, ya, me dirijo al salón y de repente las oigo...

No...
No puede ser...
Es imposible...

Todo es posible querido...

Esto no me puede estar pasando...
Tiene que ser una pesadilla...

Quizás lo sea, pero ¿que mas da eso?

Frente a mí, recostado en el sillón, tengo el origen del castigo divino, mi propio cadáver, en un estado avanzado de putrefacción tirado en el sillón, mirando, irónicamente, la televisión, iluminado por esa macabra luz tenue e intermitente, rodeado de moscas que le salen de todos los orificios que la descomposición han originado en mi piel, la cara esta cubierta por mi mascara anti-gas, pero a través de los cristales, puedo ver sus ojos, mirándome fija y tranquilamente...

El miedo me recorre el cuerpo, ¿que esta ocurriendo?
Me acerco a mi propio cadáver...

-Pe... pe... pero, soy yo...

De repente la cabeza del muerto cae hacia mí, quedando así mirándome directamente, sujeta de un cuello inerte, y de dentro de la mascara puedo oír una voz rasgada...



-¿TU? ¿¡Quien eres TÚ!?