domingo, 4 de octubre de 2009

Podredumbre introspectiva

“Una actitud perniciosa
Es aquella que aspira,
Inútilmente,
A la cordura.”


Recuerdos...

Único referente de la realidad, interpretación de datos subjetivos, almacenados precariamente...

Recuerdos, jamás vividos, sueños realizados, y pesadillas jamás nombradas, todo eso flota en mi liquido encefálico, creando un torbellino sin fin que penetra en lo mas hondo de mi masa cerebral...

Confusión... ¿que ocurrió ahora? No lo se, yo no se que ocurrió, nadie sabe que me ocurrió llegados a este punto, ni Dios lo sabe, ni siquiera el escritor...

-Yo lo se todo...
-Quizás eso te crees...
-Es mi libro, es mi mundo, mi realidad, yo soy Dios, omnisciente, omnipotente y omnipresente...
-Así fue en un principio, quisiste hacer algo que te quedaba grande, Dídac... como siempre... quisiste crear todo un universo, burlando las leyes de la lógica y la coherencia, rompiendo con todo orden, incluso con todo caos, creyéndote superior a todo eso, creíste que lo podrías controlar... ¿me equivoco?
-Y así es, yo lo puedo dominar como quiera, yo te creé y si quiero te puedo destruir...
-¿Estas seguro? Yo creo que se te ha ido de las manos, y has pasado a ser una parte mas del libro, de este gran universo, bucle, que has creado, es él el que te lleva a ti, tu ya no sabes ni que haces, eres simplemente la mano de obra de toda una dimensión...
-Nada de todo esto existiría sin mí... y lo sabes
-Cierto, pero tu ya tampoco existirías sin nada de todo esto, todo esto ya estaba en tu cabeza antes de ser un libro, una conciencia superior que te domina, por decirlo de alguna forma... no eres mas que un instrumento, querido escritor...
-¡Cállate! Maldito...
-Este atrapado en tu propia historia, en tu propia locura, ya jamás volverás a ser el mismo...

Desperté, estaba en el sofá de mi piso antiguo, ¿que había ocurrido? Jamás lo se... solo se que necesito ir al baño, me enciendo un cigarro y voy hacia allí...

Levanto la tapa del WC, un par de moscas pesadas y un moscardón revolotean a mí alrededor, se dedican a posarse en mi frente, eso me pone de los nervios, pero prima mi vejiga...

Al terminar con mi acción, me dirijo, como es ya costumbre mía, a mirarme en el espejo... y ¡Hay! Ojala nunca hubiera visto eso,,, apenas podía llegar a ver mi reflejo en el espejo de medio metro, el agobio se apodera de mi... y todo por su culpa...

Moscas...

Al principio unas pocas, molestas y desquiciantes, pero cuando me quiero dar cuenta, esta todo el espejo cubierto de ellas, levanto la vista al techo, y descubro, horrorizado, miles de ellas amontonadas en el techo, algunas caen unos centímetros, y pronto empiezan a volar hacia un sitio mas vacío en el que posarse...

Nauseas y escalofríos recorren mi cuerpo, asco, mucho asco, me da la escena que están presenciando mis ojos, retrocedo lentamente hacia la puerta, todo cuanto veo esta recubierto por infinidad de alas semitransparentes, el espejo, las paredes, la cortina de la ducha, el suelo, las toallas, multitud de insectos negros, de tamaños variados, algunos pequeños y negros, otros mas grandes y con un brillo verduzco, se aglutinan unos sobre otros dentro de la bañera, no aguanto mas ese espectáculo, de repente uno de esos asquerosos insectos choca contra mi, salto histérico, jamás había podido sentir tanto asco como ahora...

Salgo del cuarto de baño con sigilo, no tengo ganas de que se asusten y empiecen a volar todas a la vez, una vez fuera cierro la puerta rápidamente...
Ya esta... ahí se quedan, ya miraré más tarde una forma de acabar con ellas, ahora me voy a fumar un porro...

Lo comienzo a liar, mientras, no puedo parar de darle vueltas al asunto de las moscas... ¿que harán ahí? ¿cual es su objetivo? jamás había visto tantas juntas, ni cuando murió mi perro... y... ahora que lo pienso ¿de donde han salido? En el baño no hay ventanas... y que yo recuerde tanto la de mi cuarto como la de la cocina están cerradas... que extraño...

El hachís hace efecto, me quedo mirando la nada durante un rato, hasta que el hambre me hace despertar de la ensoñación, así que me dirijo a la cocina, enciendo la luz, maldito fluorescente, siempre tarda un poco en encenderse, se pasa media hora parpadeando, pero últimamente me da la sensación de que tarda mas, o es que soy mas impaciente. Cuando al fin se enciende, el horror vuelve a mi, centenares de moscas me miran, posadas en la cubierta plástica del fluorescente, otras tantas en la pared, muchas de ellas flotan muertas en el aceite usado de una sartén, y muchas mas se amontonan en un plato con las sobras de anoche, es el espectáculo mas horrible que jamás pudiera imaginar, miles de millones de patas frotándose a la vez, centenares de zumbidos simultáneos, el desagradable sonido de tan estupidos insectos abrasándose con la luz una y otra vez, escalofríos continuos a cada contacto con alguna de estas torpes criaturas, pero mi fumada es mayor que mi asco, necesito comer algo urgentemente, así que estirando el brazo desde la entrada de la cocina intento abrir la nevera, por suerte, me detengo a escasos centímetros... la nevera era blanca, creo recordar, pero ahora es negra, también ha sido reivindicada por las intrusas voladoras, una fuerte arcada sacude mi garganta, salgo aprisa de la cocina y cierro esa puerta también... ¿de donde saldrán tantas? Necesito un plan...

Ya lo tengo, voy a tener que ir a comprar... así que voy a mi cuarto a por la cartera, y al entrar me encuentro con la gota que colma el vaso, mi habitación también ha sido invadida por los heraldos de la muerte, centenares de moscas cubren la ventana, golpeándose una y otra vez contra el cristal, incapaces de comprender esa invisible barrera que las separa del exterior...
Entro con sigilo, cojo mi cartera, y cierro esa puerta también, que horror, tan solo el salón esta libre de esa inesperada plaga, al mas puro estilo de Yahvé...

Salgo a la calle, voy a comprar, necesitaré cuatro botes de insecticida, un mechero, mi mascara anti-gas y un bote de nocilla...

Primero me como medio bote de nocilla, con los dedos, en el portal, luego subo al piso, entro al salón, y me visto con una chaqueta que había por ahí de cuello alto, los pantalones largos, y la mascara anti-gas, cojo uno de los aerosoles con una mano, y en la otra el mechero, me enciendo un cigarro y entro en la zona infectada...

Comienzo por mi cuarto, zona menos afectada, y también es la zona de mayor extensión, tengo mas espacio, aquí me limito a vaciar medio bote hacia el techo, pronto los vapores tóxicos les llegan a esos repugnantes hijos de Dios y asustados, vienen todos hacia mi, rápidamente me giro, salgo del cuarto y cierro la puerta, comienzo a oír golpes, se están golpeando contra la puerta... tienen mas fuerza de la que pensé.

Ahora la cocina, algo se posa en mi mano, ¡es una de ellas! Despavorido comienzo a echar insecticida por todo el pasillo, el aire es blanquecino, he vaciado lo que quedaba en el bote, así que voy al salón a por otro bote antes de ir a por la cocina, esta vez cojo los tres restantes, uno en la mano y los otros dos en el cinturón atados, por si hay otra emergencia, me relajo, hago la ultima calada a mi cigarrillo, lo apago en la mesa y voy a por ellas.
Me coloco bien la mascara, y cruzo la puerta de la cocina, de repente tengo la sensación de que todas han parado su actividad, todas se giran hacia mí, la tensión se palpa en el ambiente, ha cesado todo zumbido, solo se oye el golpeteo de los moscardones de mis aposentos.
Tras unos largos segundos de tensión, trago saliva, levanto mi mano derecha, y pulso el difusor del spray, apuntando hacia la luz, pronto empiezan todas a volar, manteniéndolo pulsado, comienzo a agitar el brazo, también despegan las de las paredes y la nevera, vuelan sin rumbo determinado por la cocina, millares de alas zumbando a la vez a mi alrededor, me entra el pánico, y lo huelen, forman un enjambre y se dirigen hacia mi... comienzo a sudar, suelto el difusor, extiendo mi mano izquierda y enciendo el mechero, la llama justo enfrente del difusor, dejo que se acerquen un poco mas a mí, y cuando están a poco menos de un metro de mi cara, cierro los ojos, y sin apagar el mechero pulso el difusor del insecticida, una gran bola de fuego choca contra la gran mole de moscas, el sonido de la llamarada, precedido del chisperreteo de miles de cuerpos quemándose, veo como pequeñas bolitas de fuego caen al suelo, como una lluvia de estrellas asquerosamente bella, el enjambre se dispersa y comienzan a volar por la estancia, histéricas, huyendo de un enemigo que no comprenden, apago el mechero y termino de vaciar el aerosol apuntando al techo, salgo rápidamente y cierro la puerta... dentro de un rato estarán todas muertas...

Me siento en el suelo del pasillo, apoyado en la puerta cerrada de la cocina, me quito la mascara, necesito una pausa, un fuerte olor a insecticida reina en mi piso, me enciendo un cigarro, el olor a humo apenas se nota... me quedo mirando la puerta del baño, la última puerta, la batalla final y decisiva, por la cantidad de moscas, supongo que ese fue su origen... pero el porque seguía siendo un misterio... ¿tenia algún cadáver? Si mal no recuerdo, no, no debería tener ningún cadáver en casa... pero en fin, apuro un par de caladas mas, antes de tirar el cigarro al suelo y apagarlo con la punta del pie, me vuelvo a colocar la mascara, trago saliva, y sin pensarlo más, abro la última puerta...

Sabia lo que había ahí dentro, pero pese a eso, debo admitir que me sorprendo al ver tantísimas moscas juntas, no consigo ver mas allá de medio metro delante mío, miles de millares de cuerpecitos negros me ocultan el otro lado de la habitación, ya cubren todo la superficie del baño, y las que no caben van volando de un lado a otro por todo, a cada paso que doy, infinidad de crujidos suenan bajo mis pies, y las arcadas se repiten en mi garganta, trago saliva para contener el vomito, no es buena idea devolver con una mascara antigas, y menos todavía quitársela, ya que esas despreciables criaturas comenzaban a cubrirme, algunas andan por encima de mi mascara, las puedo ver a escasos centímetros de mis ojos, paseándose por los cristales de la mascara... cojo un insecticida con cada mano, y apunto cada uno hacia una esquina distinta del techo, pulso el difusor mientras giro sobre mi mismo, de repente todas esas moscas comienzan a volar, infinitas patas de bello negro despegándose del suelo, incontables pares de alas batiéndose y zumbando en el aire, todos esos ojos rojos mirándome, y viniendo hacia mi, sin dejar de oprimir uno de los botes, guardo el otro y saco el mechero, el aire estaba cargado de gas inflamable, soy consciente del peligro, pero las moscas me están cubriendo y muchísimas mas vienen hacia mí, así que no tengo opción, enciendo el mechero y dirijo el chorro de gas hacia el, pronto una enorme llamarada recorre todo el techo y la parte superior de las paredes, muchísimas caen al suelo, muertas o moribundas, pero quedan muchas otras, nunca se acaban, apunto la llamarada hacia el mango de la ducha, huyen todas, abro el agua a máxima presión, las que pase por ahí y las que están en la bañera morirán ahogadas.

Sigo dando vueltas sobre mi mismo con la llamarada, se van disipando y huyendo de mi, y puedo ver de donde vienen, un torrente, si, literalmente un torrente, de ellas, sale del conducto de ventilación, situado encima del inodoro, dirijo la llamara hacia allí, el conducto tiene aire, y rápidamente la llamarada se extiende por él, haciendo el efecto túnel, con un fuerte sonido flamígero, de repente, la rejilla del conducto comienza a vomitar una riada de cadáveres negros, de ojos rojos y alas semitransparentes, medio quemados, como si de una fuente de putrefacción se tratara, apago el mechero, y termino de vaciar el bote en la estancia de escaso diez metros cuadrados, salgo a fuera rápidamente y después de cerrar la puerta, me quito la mascara y la chaqueta... luego ya volveré a rematarlas y a tapar el conducto...

Ya había terminado la pesadilla, luego tocaba dar un repaso mas con lo que quedaba de insecticida, pues todavía podía oír el zumbido agonizante de las victimas moribundas que estarían en el suelo dando vueltas sobre si mismas, luchando contra la inevitable muerte...

Aliviado, ya, me dirijo al salón y de repente las oigo...

No...
No puede ser...
Es imposible...

Todo es posible querido...

Esto no me puede estar pasando...
Tiene que ser una pesadilla...

Quizás lo sea, pero ¿que mas da eso?

Frente a mí, recostado en el sillón, tengo el origen del castigo divino, mi propio cadáver, en un estado avanzado de putrefacción tirado en el sillón, mirando, irónicamente, la televisión, iluminado por esa macabra luz tenue e intermitente, rodeado de moscas que le salen de todos los orificios que la descomposición han originado en mi piel, la cara esta cubierta por mi mascara anti-gas, pero a través de los cristales, puedo ver sus ojos, mirándome fija y tranquilamente...

El miedo me recorre el cuerpo, ¿que esta ocurriendo?
Me acerco a mi propio cadáver...

-Pe... pe... pero, soy yo...

De repente la cabeza del muerto cae hacia mí, quedando así mirándome directamente, sujeta de un cuello inerte, y de dentro de la mascara puedo oír una voz rasgada...



-¿TU? ¿¡Quien eres TÚ!?



sábado, 22 de agosto de 2009

Nubes Oniricas de Ansiedad...

"vive en el pasado
y moriras en el presente"



Volvía de trabajar, la ansiedad y el hastío de la vida eran dueños de mi mente y el cansancio reinaba en mi cuerpo, la vida abuso ya demasiado de mí, y yo ya no lo aguantaba...



Miré al cielo con desesperación, el rojo de las nubes cubría la oscuridad de la noche, el hielo cubría el ardiente granito de las calles de agosto, y yo me hundía y derretía con ese maldito calor, ya no lo podía soportar...



Por suerte tenia en mi bolsillo unos gramos de opio y hachís, que aliviarían mis penas esa extraña noche eterna... y decidí ir a la antigua casa de mis padres, la casa donde crecí... ¿que porque? no lo se... que mas da...



Era un viejo edificio en el centro de la ciudad, la puerta del portal estaba abierta, así que entré dentro, la portería de paredes cubiertas en sangre viscosa y reluciente quedaba a la izquierda, un silencio sepulcral acompañaba mis pasos pesados , me dirigí al fondo, la puerta oxidada del viejo ascensor estaba exactamente igual que la recordaba, pulsé el botón, que se iluminó en medio de la reinante oscuridad, un quejido mecánico sonó varias plantas mas arriba, y el aparato se puso en marcha...



Mientras llegaba la antigua cabina del elevador, miré alrededor, era un amplio recibidor, cubierto por la mugre, unos periódicos revoloteaban en una esquina a causa de un viento inexistente que los elevaba, y por un momento, suspendidos en el aire, parecían dignos y nobles, manteniendo el equilibrio en la nada, pero pronto el caprichoso destino onírico, les volvía a dejar caer, esparciéndose, así, de nuevo por el suelo entre demás podredumbre... Una misteriosa puerta, tras la que jamás descubrí que se escondía, quedaba al fondo, debajo el hueco de las escaleras, escaleras angostas, desgastadas por los años y los pasos que les daban una forma dulcemente irregular...





Un sonido seco y fuerte irrumpió en la escena, abrí la puerta... una fuerte luz blanca me deslumbró, y la oscuridad de la estancia huyo despavorida... pero volvería pronto, a regañadientes entré en el habitáculo metálico, suspendido solamente por un caprichoso hilo del que dependía mi existencia. Pulsé el botón del séptimo piso, las puertas se cerraron torpemente, el oxido hacia que el aparato funcionase a trompicones, y la lentitud de ese trasto era verdaderamente asombrosa, pasé el rato mirando las paredes, cubiertas algún día por pintura amarilla, de la que ya quedaba poca, e infinitos surcos decoraban ahora esas paredes, algunas de esas marcas las había hecho yo de mas joven, pero jamás conseguí recordar nada concreto de esa época...



Al fin, otra vez el mismo sonido seco y fuerte, el ruido mecánico ceso justo encima de mi cabeza, estaba ya en el ultimo piso, mi pánico infantil de que el ascensor siguiera subiendo mas allá del edificio no se cumplió, pero sabia del cierto que algún día ocurriría... las puertas se empezaron a abrir, esta vez pero el oxido les impidió terminarse de abrir, así que las tuve que acompañar con un cariñoso puntapié...



Después del chirriar de la puerta, se abrió ante mi el de sobras conocido rellano, estaba todo igual... al fondo las escaleras, arriba las manchas de sangre del techo que me obsesionaban de pequeño, y a la izquierda la puerta del piso que me vio crecer... no me sorprendió encontrarla abierta, así que entré...





Todo permanecía exactamente igual que lo dejamos ocho años atrás... el espejo que ocupaba la pared entera del recibidor, manchado por el tiempo, deformaba mi imagen, una extraña oscuridad cubría el ambiente sepia de la vivienda, así que encendí unas cuantas velas antes de dirigirme al salón, la realidad se derretía, el polvo rodeaba mis pies al pisar la vieja alfombra del salón, las paredes cóncavas, marrones tras los años, presididas por un viejo bodegón bajo el cual se extendía el sofá, todo iluminado por la intermitente luz de un antiguo y pequeño televisor. En el aparato aparecía un conocido vidente, vestía un traje negro con corbata morada, en su rostro unas gafas de pasta negras y una perilla le daban un aire distinguido, y su pelo engominado hacia atrás le hacia parecer un estúpido retrogrado.



Al fondo del salón quedaba la puerta que daba a la amplia terraza del ático, abierta de par en par, y al otro lado dos siluetas sentadas alrededor de la mesa con una vela encendida…



-¿Hola?-pregunté… una de las siluetas se giró hacia mí… y se levantó

-¡¡Hola cielo!! – Dijo Ana mientras venia corriendo hacia mí, se me lanzó encima con los brazos abiertos, y sus tiernos labios se acercaron a los míos, nos besamos, durante horas, quizás segundos, quien sabe, su piel pura y suave rozaba la mía, y con eso tenia suficiente…- ¿Por qué has tardado tanto?

-Jamás lo se, bonita… pero ya estoy aquí…

-Hola tío… - Dijo Pedro desde la mesa, levantando una mano en tono amistoso

-¡Ey! Hola, ¿os conocéis?

-Ahora ya si- respondió con una sonrisa…

-en fin, ¿que hacéis viendo esta bazofia?- dije señalando al televisor

-No te rías de estas cosas, maldito- dijo Ana, realmente afectada…

-Si no son más que charlatanes… en fin ¿puedo unirme?

Pedro apartó una de las sillas para que me sentara, me senté ahí con ellos a la luz de la vela, y me lié un porro…



Después de un buen rato de charla y risas, la oscuridad comenzó a hacerse realmente pesada, el ambiente era extraño, no había ni pizca de aire, el silencio reinaba por todo, los pocos sonidos que emitíamos retumbaban con eco propio, y todo parecía dispuesto en un extraño escenario, el espectáculo de la vida… Pero de pronto mis pensamientos fueron interrumpidos por un sonido ensordecedor… era el maldito teléfono móvil, vibrando encima del cristal de la mesa…

-¿Quien será?

-Es un mensaje

-¿De quien, cielo?



Lo que vi entonces me perturbó… era un mensaje de un numero desconocido…


<<“hágale caso a su chica, y no se ria de lo que no puede comprender”>>



-De nadie… publicidad



Volvió a vibrar el móvil, lo cogí rápidamente, ellos dos se me quedaron mirando sin saber que ocurría, mi cara debía reflejar mi angustia….


<< “ella le abandonará pronto, no la volverá a ver…”>>


Maldito vidente de mierda, pensé, me levanté rápidamente, me puse enfrente al televisor…



-¿Eres tu verdad?-le dije al vidente con odio en mi voz…

-¿Quién sino?- respondió acercándose a la pantalla…

-Deja de meterte en nuestras vidas, o tendré que hacer algo al respecto…

-Y que piensas hacer, tú ¿un simple soñador?

-Ya veras maldito- alargué mi mano y le agarré fuertemente del pescuezo, le obligué a salir de ese diabólico aparato de plástico, él se defendió y me tiró hacia atrás, y se abalanzó encima mío, extendí mi mano, buscando algo con lo que quitármelo de encima, palpé algo duro, de madera, eran los mangos de una vieja cuerda de saltar la comba, eso seria suficientemente contundente. Agarré la cuerda y comencé a golpearle en el cráneo con los mangos, el supuesto vidente salido del televisor se echó a un lado cubriéndose la cabeza con las manos, me puse yo encima de él, inmovilizando sus brazos con mis rodilla, y seguí aporreando su cabeza con el artilugio de madera, la sangre comenzaba a brotar, el hueso se hundió, y comenzó a derramarse el contenido de su cabeza, seguí hasta que cesó todo tipo de movimiento…

-Ya está…- dije volviendo a la mesa

-Nos hemos terminado tu porro tío… ¿quieres que me lié otro?

-Si por favor…

-A mi me apetece un poco de opio- dijo Ana con su sonrisa inocente ¿como podía, siquiera, intentar negarle nada?

-Esta bien bonita, voy a por un candelabro o algo para calentar la pipa, tu ve poniendo el opio en ella…-me saqué mi cajita negra donde guardaba el opio, y le dí mi bonita pipa larga de cristal.- Ahora vengo…





Me incorporé, el cielo me dedicó una rojiza sonrisa macabra, le ignoré, y seguí mi camino, la terraza rodeaba el piso por fuera, haciendo forma de ele, completamente al otro lado estaba el cuarto trastero, allí encontraría algo útil. Llegué a la esquina de la terraza y giré a la izquierda, allí estaba el viejo tendedero, del que colgaban un par de vestidos, o eso serian en su día, porque hoy solo quedaban harapos manchados de algo que parecía sangre, al otro lado el grifo del que salía la manguera, que soltaba esporádicamente unos borbotones de un liquido marrón y espeso que fluía hasta el desagüe… al fondo, entre la oscuridad, vi la puerta de madera, o lo que quedaba de ella, del trastero… me dirigí hacia ella…



-Así que es verdad…-dijo una voz en la oscuridad

-¿Qué?

-Has vuelto, pues… - y de la oscuridad surgió el difunto perro de mi infancia…

-Sí, así es… ¿que haces tú aquí Billy?

-Que mas da… mientras no me salpiques… coge el crucifijo, te irá bien…

-¿Qué?

-Los años te han hecho mas idiota… -me dijo con desprecio mi perro muerto- en el trastero…

-Ahm, gracias Billy



Efectivamente, en el trastero encontré un crucifijo de madera de metro y medio, aproximadamente, con una figura femenina de hierro oxidado clavada en él…


-¿Vienes con nosotros Billy?

-No puedo…

-¿Por qué?

-Él me mataría…

-pero si ya estas muerto…

-Idiota…



No soporto que ningún perro muerto me insulte, así que pese lo mucho que le quise le deje ahí, solo, en la oscuridad, y crucifijo en mano volví con Pedro y Ana.

-¡Ya tengo algo chicos!- dije, a ella se le ilumino la cara, él no había probado nunca el opio… le gustaría… cogí el pie de sombrilla del suelo y clavé el crucifijo en él… luego acerqué la vela a la figura que prendió rápidamente, el fuego quemaba con fuerza, como alimentado por la ausencia de aire del ambiente, haciendo un ruido ensordecedor, pero mas ensordecedor fue el grito que se oyó a continuación, fue un grito de dolor, desgarrador, que provenía de la figura metálica del crucifijo…

-¡No grites, maldita!- le dije en tono severo… la mujer se calló y permaneció quemándose lentamente, impasible, con su cara, indescriptible, llorando tranquilamente mientras su cuerpo incandescente se comenzaba a derretir…



-Pon ya la pipa bonita…

-¡Pero es que la mujer esta me mira fijamente!... esta llorando la pobre…

-Nada, no le hagas caso, lo hace para llamar la atención…


Ana se encogió de hombros y puso la pipa sobre el fuego, en unos segundos comenzó a echar un humo blanco, espeso, denso, que entraba e inundaba nuestros pulmones… pronto todo se desvaneció, dejamos de sentir nuestros cuerpos, y la propia medicina de Dios dominó nuestras mentes…



-¿Que ha sido ese ruido?- dijo Pedro alarmado…

-Nada, habrá sido imaginación tuya, piensa que es la primera vez que tomas opio…

-Que no tío, en serio, he oído algo… venia del final del pasillo… ¿que hay allí?

-Mi habitación…

-Voy a ver pues…

-¡No!... – pero no me hizo caso… se incorporó y se fue con paso decidido, vela en mano, hacia mi antiguo cuarto… no tardó mucho en volver, sudado y asustado…

-¿Qué coño era eso, tío?- dijo muy alterado…


y de pronto lo vi, al final del pasillo, surgiendo de la oscuridad, era un maniquí de madera, de los que se usan en dibujo, se movía torpemente…


-¿Qué haces? – le grité, incorporándome…

-Al fin has vuelto ¿eh?- dijo entre carcajadas…

-¡Vuelve a tu sitio! ¡Como hagas algo te arrepentirás!

-OH no, esta vez no hermano… yo debería estar ahí, y tu encerrado donde he estado todos estos años, ya llegó mi hora, ya llego TU hora…- el muñeco se abalanzó hacia delante, no podía usar las piernas, así que se arrastraba impulsándose con los brazos y con el cuerpo hacia arriba, apoyándose en su cadera de madera… Pronto alcanzó a Pedro y lo intentó golpear, Pedro lo esquivó, lo cogió por los pies y empezó a golpearlo contra la pared, astillas y sangre esparcidas por la desgastada pared, el aire se ondulaba ante la fuerza de los impactos, y la casa entera retumbaba… al fin el maniquí dejó de moverse, y vino Pedro arrastrándolo por las piernas…

-¿Que hacemos con este?…

-Gracias tío…

-Nah, te debía una…

-Chicos… deberíamos deshacernos de estos cadáveres… ponedlos aquí y los quemamos todos…


Dicho y hecho, amontonamos los cadáveres del maniquí y del vidente alrededor de la crucificada que seguía llorando mientras se abrasaba lenta y dolorosamente… iba a por algún combustible para quemarlos completamente cuando unos disparos rompieron la calma… el cielo se volvió de un rojo brillante e incandescente, haciendo un torbellino de pánico… pronto se oyeron las ambulancias y la policía, pude oír perfectamente como entraban en el edificio y subían por las escaleras… ¡venían hacia aquí! Me giré, Ana y Pedro ya no estaban… ¿Habrían huido? Fuere como fuere no podía permitir que me cogieran allí con todos esos cadáveres… entonces oí ruido en el piso de al lado, había agentes en la terraza colindante, así que corrí hacia el recibidor, salí a fuera, estaba despejado por el momento, bajé corriendo por las escaleras, podía notar el miedo en mi nuca, me seguía de cerca, detrás mío, como una nube oscura, palpable, que me quería engullir… siete pisos hacia abajo, saltaba los escalones de dos en dos, de tres en tres, me costaba no tropezarme, pero el pánico cada vez se me acercaba mas, y detrás los agentes querían matarme, oí mas disparos, pero ya llegaba abajo… estaba todo oscuro, y a la velocidad que iba no tenia tiempo de ver nada en esa oscuridad, justo enfrente del final de las escaleras estaba la puerta de la calle, pero no se veía la calle a través de esa puerta abierta, sino una fuerte luz, e interferencias, una luz blanca con interferencias negras, no tenia otra opción, así que me metí a través de las interferencias…





No veía nada, tan solo rayas negras y blancas… poco a poco la imagen se fue enfocando, y aunque distorsionada, podía ver mi habitación actual… poco a poco se fue definiendo mejor la imagen…



Seguía yo en mi cama, con el cigarro ya apagado en la cama y mirando al techo, a mi derecha la pipa, todavía caliente, con opio quemado...